Inicialmente, ZP ha sido previsible; ha repetido eslóganes prefabricados en su discurso como:
"Tenemos una sociedad cohesionada y atenta a los más débiles. Una España tolerante y culta".
"Dije hace un año que la televisión de partido tenía sus días contados. Así ha sido para felicidad de todos, incluida la oposición".
Semejantes mentiras tienen que haber sido cocinadas por el malo Rubalcaba.
Ha mejorado un poco en la primera réplica: "Estoy muy satisfecho de haber provocado una sonrisa a miles de homosexuales que ahora pueden casarse". En efecto, sonrisas, risas y descojonos provoca a homosexuales, a heterosexuales y a asexuales.
Pero lo mejor, como estaba previsto, ha venido a medida que a ZP se le han acabado las frases hechas y ha tenido que hablar sin guión. En la réplica a Durán (CIU), le hemos oído decir, de forma titubeante: "España ha mejorado su posición internacional: en el mundo árabe, en el Mediterráneo y en otros lugares".
Apunto además algunas otras expresiones proferidas en un intervalo de pocos minutos:
"Sea paciente con el devenir."
"Le vuelvo a los datos"
"Le invito a que el ministro acuda en la comisión oportuna" (¿invita?)
"Porque soy un convencido de la bondad de lo que significa el avance en el autogobierno"
Y hay muchas otras que no he sido capaz de transcribir. Demasiado profundas.